Educando en Ciudad de los Niños, testigos responsables

Educando en Ciudad de los Niños, testigos responsables nos presenta, desde tres puntos de vista diferentes, el concepto de Ciudad de los Niños y de lo que la Educación aquí significa. A modo de resumen… “un modelo educativo cambiado y que todavía sigue en transformación, en lo que lo primordial es la formación del alumno como persona.”

Manolo Villacreces, educador del recurso Residencial Básico.

“Nada más llegar habría sido capaz de escribir un libro. Cuando llevaba sólo un año mis experiencias habrían dado apenas para un pequeño relato. Hoy, que llevo toda una vida aquí, tengo dificultades para poder completar un artículo con mi experiencia”.

Así comenzaba un religioso en la misión africana su relato magistral de la aventura a la que había dedicado su vida.

Así es como yo también introduciría mi propia experiencia educativa en La Ciudad de los Niños, donde los conocimientos previos sólo podían servir de motivación para continuar aprendiendo rodeado de compañeros y compañeras con un largo recorrido y más grande conocimiento.

Dicho esto, ¿cómo afrontar un artículo sobre la labor educativa que no  redunde en definiciones técnicas y teóricas, las cuales abundan en un sinfín de manuales sobre la materia? Trataremos de descifrar el dilema realizando un paralelismo con los sectores productivos de la economía.

Efectivamente, el proceso de educar es la transmisión de herramientas y los manuales de instrucciones de las mismas, para el desenvolvimiento social, el fin último buscado. También la capacidad para elaborar los propios instrumentos o estrategias que favorezcan la integración y la colonización del espacio personal, espacio desde el cual cada individuo lucha por conseguir sus anhelos dentro del grupo. Estas son las habilidades sociales, en teoría, el campo fundamental de intervención de la educación social.Testigos responsables

Volviendo al símil, esta elaboración de la persona para manejar sus relaciones con los demás y el entorno sería el sector secundario del desarrollo.

Ya pues, dotado del equipaje necesario, en el proceso de educar, comienza a prepararse  la persona para el manejo de su libertad y su autonomía, desvelándose las vocaciones y las capacidades para la toma de decisiones y la participación activa en la sociedad, acercándose, siguiendo con la comparativa, al sector terciario.

¿Y el sector primario? ¿Y las materias primas?

Como en la sociedad, cuando se educa, especialmente en un entorno tan integral como donde desarrollamos nuestra vocación profesional, son los hábitos primarios, los valores y el soporte emocional donde se cimenta el crecimiento humano. Y son estos aspectos los que permanecen en un plano más difícil de cuantificar.

Probablemente incluso, en muchos casos, permanezca esta labor oculta durante mucho tiempo, esperando el momento vital  idóneo para brotar, como semilla que ha sufrido todo tipo de inclemencias pero que ahí sigue, dispuesta a germinar, brotar y dar sus frutos.

Educar en Ciudad de los Niños también es, desde la modestia más absoluta, sembrar semillas con la fe del agricultor que sabe que la mayor parte de ellas seguirá su curso vital y que, a poco que reciba agua y calor y luz y alimento, se convertirá en una planta vigorosa y con fuertes raíces.

Y en esta labor de siembra, el término educar en Ciudad de los Niños sobrepasa las puertas de los distintos hogares y sus profesionales para inundar con el espíritu integral de los Hermanos Obreros de María al resto del personal de la casa. Desde los equipos multidisciplinares de la escuela y la residencia pasando por el personal de servicios y abriéndose al resto del entorno desde sus distintos espacios, dejando cada uno su propia impronta humana sobre los niños y niñas,  a los cuales tenemos la inmensa suerte de poder observar mientras caminan, con una gran responsabilidad, acompañándolos de manera privilegiada durante el tiempo que compartimos en esta casa que nos da cobijo profesional y humano.

Sergio Estévez Ortiz, Técnico Instalador de Fibra Óptica.

Me llamo Sergio Estévez Ortiz. Yo fui un antiguo alumno del colegio de Ciudad De Los Niños, en los años 2005 al 2010 aproximadamente.

Y quería tener mi pequeña aportación en este artículo a esas personas  que, en verdad, son los grandes pilares de la sociedad; gracias a ellos el mundo es un poquito menos duro, más llevadero y lleno de personas buenas,  a esas personas llamadas EDUCADORES.

Mi paso por el centro educador ha sido una palabra muy representativa, porque desde que entré en la Escuela Hogar hasta que salí de la Casita  Ángel de la Guarda, han sido las personas  que me han apoyado y ayudado en los estudios y, más que en lo académico, en lo personal. Ahí es donde desempeñan su labor con gran esfuerzo y sacrificio.

Yo recuerdo que los educadores estaban en el colegio por donde correteara, siempre había un educador, dispuesto a ayudarte a mediar en una pelea o a poner su hombro cuando necesitabas desahogarte. Su labor no es fácil, ellos también tienen sus familias y sus problemas, pero cuando llegaban por la  puerta de entrada yo creo que cambiaban el chip, siempre estaban alegres y esa cualidad no las tienen todas las personas y creo que la pueden desempeñar tan bien porque su profesión les gusta.

Los educadores llegaban por la mañana y algunos no se iban hasta por la noche dándonos todo su tiempo y quitándoselo en parte a sus familias e hijos y creo que eso es digno de admirar. En mi caso mi educador era Manuel Villacreces Sáez, una gran persona que lleva años de su vida enseñando a 6 chavales en una casita con distintas religiones árabes y cristianos a hacer las tareas de la casa, hacer de comer y lo más importante: a convivir con más gente, a fin de cuentas, a ser personas de bien en la vida.

Hablo de él porque para mí fue el más representativo, aunque sólo estaba de lunes a viernes; pero los fines de semana, un grupo de chicos y chicas nos quedábamos en el colegio y también había educadores, entre ellos el Hermano Juan o el Hermano Emmanuel, que no son educadores con un titulo pero son educadores de corazón que estaban por y para nosotros y lo que necesitáramos los 365 días del año y también quería nombrarlos.

Sin más rodeos en el Colegio Ciudad de los Niños todos los educadores son muy importantes para el buen desarrollo personas de todos los niños que pasan por allí y hacen una labor que económicamente no está pagada pero que personalmente sí que lo está y es lo más importante.

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Pablo León Pérez, Estudiante de Magisterio.

Soy Pablo León Pérez, práctico del centro de la Ciudad de los Niños  durante el curso 2015-2016, en 1º de educación primaria. Voy a redactar mi opinión sobre el tipo y calidad de educación en esta Escuela Hogar.

El día antes de entrar como práctico me preguntaba cómo iban a ser los siguientes meses en un centro de tales características, en las que las familias de sus alumnos tienen tantos problemas económicos, sociales y culturales; pensaba cómo sería el trato de alumno-profesor  y profesor-padres, el tipo de educación,  el tipo de carácter que tendría que tener cada docente hacia sus alumnos, la resolución de conflictos,… Se me pasaron mil cosas por la cabeza de cómo podrían ser las características de este centro.

AbrazosA la semana de estar allí, sabía que no me había equivocado. Este centro tiene la capacidad para acoger a cualquier tipo de alumnado, sea cuales sean sus cualidades sin pedir nada cambio. En primer lugar, una educación inculcada en valores y en alcanzar el buen clima en el aula entre todos. Dejando atrás la educación tradicional basada en la repetición y memorización, que hoy en día sigue estando muy presente en centros escolares y dando paso a una educación constructivista, basada en las nociones de sus alumnos, escuchando sus opiniones, modificando de alguna manera sus ideas y aquella en la que el alumno es el propio protagonista de su aprendizaje. Una educación en la que da muchas más importancia a formar personas para afrontar a la vida como sí y no formando personas como si fueran robots, `escupiendo´ los contenidos en cualquier papel para sacar la mayor calificación. En segundo lugar, para estos niños la escuela es una manera de evadirse de los problemas que tienen del centro para afuera. Los niños cuando vienen al colegio vienen con una sonrisa de oreja a oreja, ya que se lo pasan genial, jugando, riendo, aprendiendo, esto les hace escapar de su propia realidad en casa. Otra de las cosas que me sorprendió fue la resolución de conflictos, ya que no se cogía y se ponía una sanción dura al alumno por haber hecho algo mal, sino que se hablaba con el propio alumno para ver que había pasado y se le explicaba de buena manera que es lo que estaba mal de sus comportamiento o por ejemplo si había sido una disputa entre dos alumnos se sacaban de la clase y empezaban a solucionar el problema que había, pero siempre acabando con un perdón y un abrazo. Por otro lado se le prestaba mucha más atención al refuerzo sobre una conducta buena que había hecho el alumno que al castigo que tendría por una conducta mala.

Desde el día en que entré, este centro no ha dejado de sorprenderme, para bien, claro está. Un modelo educativo cambiado y que todavía sigue en transformación, en lo que lo primordial es la formación del alumno como persona, un lugar en el que el niño esté feliz y un buen clima tanto en clase como en el centro en general.